
El afán de posesión siempre ha estado presente en la historia del hombre. Los más poderosos han llegado a tener imperios en sus manos. Otros, más modestos, alardeaban de riquezas y aún hoy lo siguen haciendo. Ninguno de ellos se ha sentido plenamente feliz. Sus posesiones siempre son pocas frente a sus deseos.
El dinero ha sido uno de los grandes descubrimientos de la humanidad. Es el comodín que facilita todo tipo de intercambios y la forma más cómoda de atesorar la riqueza.
El codicioso es un tipo cuyo cerebro funciona por y para la riqueza y, en particular, para el dinero. Siempre está pensando en su fortuna, ya sea en la manera de engordarla o en cómo erosionarla lo menos posible, muchas veces sin mirar más allá.
Estas historias son ejemplos en los que la codicia de algunos impregna el ambiente. Todas presentan dos aspectos comunes: se trata de compras de servicios logísticos y no acaban con una sonrisa. Seguir leyendo →