Están a punto de llegar

La Logística es una de esas disciplinas, no la única, cuya evolución ha estado marcada continuamente por la reducción de costes y el aumento de la calidad de su ejecución. A eso se llega cada vez que se instaura una novedad. Quien está siempre detrás es el cliente, ese ser desconocido que nunca se cansa de pedir, que no obliga a nadie a satisfacer sus apetencias, por muy caprichosas y carentes de fundamento que sean, y que no perdona a quien no lo le trata como desea.

Los que piensan que ya está todo inventado están muy equivocados con esa apreciación. El cliente nunca se cansará de pedir y siempre habrá alguien que recoja el guante y acepte el desafío de satisfacerle.

La población de los países llamados desarrollados ya está mentalizada de que el cambio climático ha llegado y de las funestas consecuencias a las que conduce si no se le pone freno. Se acusa al transporte de ser una actividad de las más contaminantes del planeta, y se le pide reducir drásticamente sus emisiones de dióxido de carbono.

Una pequeña ayuda viene desde el transporte terrestre de larga distancia, con la puesta en marcha de una gran idea que supone un cambio importantísimo en su ejecución. Nació hace algún tiempo, pero las prioridades políticas de los gobernantes han postergado su desarrollo. Sin duda, es buena y muy bonita. Las ventajas que se desprenden de ella han demostrado que, además, es barata. 

Como toda idea interesante, su implantación ha de sortear obstáculos de todo tipo y consumir su tiempo hasta hacerse realidad. Se trata de las autopistas ferroviarias, un servicio de transporte de larga distancia por ferrocarril. Un tren tiene una longitud mínima de 750 m. Traslada camiones con o sin conductor, semirremolques y contenedores, embarcados en vagones adaptados. El tiempo de viaje es inferior a 24 horas, rodando a velocidades superiores a 70 km/h. Enlaza puntos entre los que se produce un tráfico importante de mercancías. Precisa terminales especiales de carga y descarga, en donde las maniobras se realicen con rapidez.

Durante el trayecto, se aprecian ventajas frente al transporte por carretera:

  • Sustitución del gasoil por electricidad. El coste eléctrico repercutido a la unidad de transporte es, sin duda, inferior al del gasoil.
  • Reducción de la contaminación atmosférica, dado que una parte importante de la electricidad se genera a partir de fuentes de energía renovable.
  • Supresión de atascos y retenciones en las carreteras. Demoran los tiempos de entrega.
  • Posibilidad de transitar en fin de semana y festivos por territorios en donde está prohibido.
  • Mercancía en movimiento con tacógrafo parado. El conductor de camión puede emplear mejor su tiempo de trabajo.
  • Posibilidad de llegar a destino con antelación, especialmente en muy largas distancias.
  • Los conductores se sustituyen por otros que mueven los vehículos en distancias cortas y medias.
  • El número total de conductores y tractoras en el sistema disminuye frente al transporte exclusivo por carretera.
  • Disminución de costes fijos
    • El del conductor cuando se embarcan camiones sin conductor
    • El de la cabeza tractora y el del conductor del camión en el transporte de semirremolques

Lo atractivo del servicio se complementa con un precio que proporciona un ahorro neto de costes frente al transporte por carretera.

Este servicio obliga a mantener trenes efectuando circuitos cerrados. Los costes por unidad mínimos se obtienen cuando:

  • los flujos de ida y vuelta están equilibrados, es decir, se transporta el mismo

     número de unidades en la ida y en la vuelta

  • se utiliza al máximo la capacidad de la vía. Implica que hay varios trenes

     circulando simultáneamente por la misma vía el máximo tiempo disponible posible, estando decalados por el mínimo tiempo razonable.

  • evitando paradas intermedias entre el origen y el destino del tren. El tiempo de detención reduce el número de trenes en circulación.

Los flujos que se pueden operar a ambos extremos de la vía férrea son idénticos. Algunos se muestran, esquemáticamente, en el gráfico siguiente; se han omitido los flujos de las unidades vacías que llegan y salen de un terminal, en aras a no sobrecargar el gráfico y, porque se debe evitar el transporte de unidades vacías.

Las unidades que llegan a un terminal se descargan y trasladan a un destino, sito a una distancia corta o media, en donde se descarga la mercancía. La unidad vacía puede trasladarse directamente a otro destino, para cargarse. Tras la carga, la unidad se sitúa en el terminal, lista para embarcar en el tren. Alternativamente, si la unidad vaciada no tiene carga asignada, se traslada a un parque de unidades vacías, permaneciendo en espera de una orden de carga. Es entonces cuando se dirige al destino indicado, se carga, se traslada al terminal y se monta en el tren.

Esta manera de manejar los flujos induce a pensar en la creación de parques (pools) de semirremolques, por analogía con los palés o los contenedores de transporte marítimo. De igual manera, los semirremolques totalmente desmontables serán de uso habitual, a fin de reducir los costes de transporte de las unidades vacías que se generan donde la demanda es superior a la oferta.  No cabe duda de que esto ayuda a reducir los camiones y los semirremolques en circulación, lo que lleva a abaratar los costes de transporte.

Llegar a un escenario como el imaginado es cuestión de tiempo. Europa Central ya dispone de varias autopistas ferroviarias que discurren por el sur de Alemania, Suiza, Austria, norte de Italia y Hungría. El este de Europa es un territorio en el que las autopistas están pendientes de desarrollo. Por el oeste, Francia cuenta con una arteria que enlaza con los países que le rodean, uno de cuyos extremos está en España, en donde esta forma de transporte ha empezado a dar sus primeros pasos hace poco tiempo. Los ansiados corredores mediterráneo y atlántico constituyen la salida natural de España y Portugal al resto de Europa. Están pendientes de desarrollo por razones que solo los políticos conocen. Bruselas vigila su evolución y, finalmente, verán la luz.

Mientras tanto, queda pendiente mucho trabajo, pero se habrá dado un pasito para que el transporte terrestre de larga distancia sea más eficiente, barato y menos contaminante.

4 comentarios

  1. BUENAS TARDES JUAN CARLOS, MUY INTERESANTE TU NOTA. EN ARGENTINA ESTA SUCEDIENDO ALPGO PARECIDO CON EL TRANSPORTE HACIA URUGUAY, SE ESTA PENSANDO EN HACER UN «BUQUEBUS» DE FURGONES PARA CRUZAR DE BSAS A MONTEVIDEO, ESO AHORRARIA MUCHO TIEMPO Y COSTO

    • Muchas gracias por tu aportación, Pablo. En Europa ya existen tráficos de esa naturaleza. Las rutas que siguen se las conoce por el nombre de autopistas del mar. Saludos cordiales.

  2. Es fabuloso. Vengo siguiendo este tema hace unos años. En Argentina sería óptimo este servicio. Costos, seguridad vial, etc y permitiría que muchas empresas se radiquen en el interior, y mejoraría el flujo comercial. Gracias por el artículo. Saludos.

    • Muchas gracias por tu comentario, Angel. Este servicio tiene mucho sentido en Argentina, donde las distancias son muy grandes. Ahí, el ferrocarril aporta bajos costes sin merma del tiempo de servicio. Sería ideal en regiones con flujos compensados de llegada y salida.

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